En su proyecto de transformación del antiguo jardín ducal de los Montpensier en el Parque de María Luisa, Forestier tuvo como una de sus prioridades el respeto por el arbolado existente. Buen ejemplo de esta premisa es el enorme ciprés de los pantanos que centra y da vida a este entorno, plantado entre 1850 y 1870, en tiempos de los duques, y que gracias a recomendaciones como las de Forestier ha llegado hasta nuestros días. Bajo la melancólica sombra de este árbol, se configura lo que es uno de los enclaves más románticos de toda Sevilla, la Glorieta dedicada a Gustavo Adolfo Bécquer. Inaugurado el 9 de diciembre de 1911 por iniciativa de los hermanos Álvarez Quintero antes de la apertura del parque, el espacio sirve de precedente de lo que será, junto a la conservación del arbolado preexistente, una de las características definitorias del Parque de María Luisa, la construcción de glorietas a modo de homenaje a personajes de la cultura como este poeta sevillano. Las glorietas se decoran con elementos escultóricos, pero también con bancos y anaqueles con obras del homenajeado en cuestión, idea ésta, la de colocar bibliotecas en el Parque para convertirlo también en un jardín literario, propuesta por el arquitecto Aníbal González. A pesar de haber perdido los anaqueles que acogían las obras de Bécquer, quizá el ejemplo más ilustrativo de este tipo de espacios sea este monumento al poeta y a su propia poesía, representada en las estatuas alegóricas que acompañan al busto de este autor. La presencia de estas glorietas supone la creación de una serie de ámbitos íntimos, apartados, que se suceden y que hay que ir descubriendo entre el elemento vegetal del parque, apareciéndose al paseante a modo de invitación a detenerse y gozar, de la lectura, del hecho en sí de hacer un alto en el camino. Ámbitos umbrosos y misteriosos que recuerdan a la influencia romántica de los jardines diseñados por Lecolant para los Montpensier, pero al mismo tiempo, en su recogimiento, nos llevan a la tradición de los patios y de los jardines cerrados de reminiscencias andalusíes. Compilación de tradiciones por la que se distingue en fin todo el Parque de María Luisa.